jueves, 13 de noviembre de 2008

De pequeña también me gustaba.





Con este lema La Radical Gai encártelo Madrid para darse a conocer y presentar los actos que se iban a celebrar por el 28J hace casi 20 años. El lema iba acompañado de una imagen sacada de un vaso griego en el que se veía a un hombre sentado con barba que acaricia, a la vez que mira con cierta delectación, el pene de un joven imberbe. Con esta imagen y frase se intentaba abrir el debate sobre las criaturas que desde su más tierna infancia eran denostados por sus disidencias sexuales. Se intentaba visibilizar al niño mariquita y a la niña marimacho, realidades que solo son representadas por el insulto y la agresión, y que esconden los deseos de un sector de la población. Se intentaba abrir un debate sobre un tema tabú: la sexualidad infantil, de hablar de los niños y niñas como protagonistas de sus deseos y prácticas sexuales.

Asistimos a una cada vez mayor legislación sobre la infancia, (una etapa de la vida, de vital importancia, que es difícil delimitar, ya que en diferentes periodos históricos o distintas partes del mundo cambia) que bajo el pretexto de protegerla, no hacen mas que elevar las formas de control que se ejercen sobre sus vidas, sus cuerpos y sus deseos. No hay que olvidar que los cacareados derechos de la infancia aunque parezcan estar garantizados por la ley son ejercidos e interpretados por las personas adultas y de ahí la adulteración que se produce en su aplicación y sus patéticos resultados.
Patético, es ese derecho a la educación, si esta esta está basada en cuentos y supersticiones, o en intereses sectarios y electorales; patético el derecho a criarse en una familia, si eso supone asistir, como mínimo, cual espectador a la violencia y miseria relacional de las parejas heteronormativizadas; patético el derecho a su desarrollo personal cuando en este niega, en esencia, la expresión sexual de los niños y niñas; entre ellos y ellas mismas en principio, pero, y porque no, también con lo que se entiende con personas adultas; patético que una criatura sufra el desprecio y el estigma, la humillación y el rechazo, ante la indiferencia de progenitores y profesorado, aquellos que se supone son valedores de su desarrollo, por ser el amanerado de la clase, la machorra del patio.
No es hora, pues, ya de hablar de que existe una situación de explotación entre las criaturas, niños y niñas, y las personas adultas, de la misma forma que existe entre hombres y mujeres. No es necesario decir que si las relaciones intergeneracionales se dan en una situación de desigualdad, también las relaciones heterosexuales se dan en esa misma situación y su trato, legal social.... no es el mismo.
Hablar de derecho a expresar su propia sexualidad de los niños y las niñas es hablar de de sexualidades no normativizadas, es hablar de lo que entendemos por infancia o por adolescencia, mas en estos tiempos donde el concepto adolescente, en nuestras sociedades, parece ser de un elástico acorde a intereses sociales vestidos de primer empleo, dejar el hogar materno, lograr una buena hipoteca...Es hablar de edades de consentimiento, y si hay que establecerlas que sean reales no solo con la sexualidad sino con la dignidad de esas personas que no son “protegidas” de jornadas escolares interminables, de sesiones deportivas competitivas con el fin de de legar a ser un deportista de elite , un cantante de moda, una figura que sepa sacar el máximo partido posible de sus facultades explotadas por sus procreadores hasta la saciedad.

Asistimos en la TV a programas cuyo objetivo, desde luego no es publico infantil, donde criaturas de 5 o 6 años vestidos de adultos reproducen canciones bailes y ademanes adultos. Sus padres, en la grada lloran, de emoción viendo como el gran trabajo de sus hijos e hijas recibe el aplauso, y el beneficio económico, social.
Las criaturas pasan horas y horas repitiendo letras que la mayoría de las veces no saben lo que quieren decir, repitiendo movimientos y gestos de cantantes famosos. Niños y niñas que recién aprendido a hablar cuentan chistes d mariquitas, o declaro contenido sexista, sin saber siquiera que esas mismas representaciones abonan el terreno de la machismo, de la homofobia y que les podrá representar un escollo en su mismo desarrollo sexual.
Hablar de la sexualidad infantil y de sus expresiones, incluidas las intergeneracionales, no debe confundirse con los discursos sobre abusos, violaciones y crímenes a los que se somete a la infancia, de la misma manera que los abusos y violaciones que sufren las mujeres no parece poner en cuestión el patrón heterosexual donde se realizan. Dejar expresarse sexualmente a las criaturas, no es arrojarlas a un mundo de depravación y vicio, y habría que ver primero que es lo que entendemos por vicio. Las criaturas tienen la capacidad de consensuar sus placeres, de negarse a lo que no les gusta y tienen el derecho a un desarrollo de su sexualidad en las que elijan como, con quien y cuando ejercerla. Quizás el primer paso sea que las personas adultas recordemos que, pese a la represión en la que se nos ha criado, disfrutábamos en las siestas jugando a los médicos y buscábamos en la gente adulta descubrir los misterios del placer. Que recordemos, como un acto de empatía que de pequeñas también nos gustaba.
S. Carrascosa

3 comentarios:

GorkaG dijo...

Ni más ni menos; piquito de oro tienes

Anónimo dijo...

Si ahora jesús hubiera dicho eso de dejad que los niños se acerquen a mi... le hubieran detenido, o cuanto menos puesto en una lista de "presunto" de a saber qué.

Hoy en día los únicos que se pueden acercar a los niños sin ser mal vistos son los servicios sociales...

JoSeMi eSeDeahÍ

SEJ dijo...

Josemi........Colino???????
Que caro te vendes!!!!