No es un viejo debate. Es una vieja constatación. La izquierda no se ha diferenciado en su política del cuerpo o de la liberación sexual de las derechas. Ya sabemos que en la revolución Bolchevique se dejo de perseguir a las personas homosexuales, pero duro bien poco y de lo que luego vino es harto conocido.
Ha pasado casi un siglo desde que las llamadas izquierdas han ido conquistando algún especio de poder, o contrapoder y todavía se echa de menos desde una disculpa a alguna reflexión por el sufrimiento y dolor causados por los actos misóginos, homófobos, transfobos…Por el encumbramiento de sus valores patriarcales, machistas militares ...
Unas amigas de vacaciones por Cuba me han mandado la foto del cartel que ilustra este comentario. Como se puede apreciar, el cartel no se diferencia en nada de los que sacan las entidades religiosas en lo que llaman sus campañas de educación sexual. O de las políticas para frenar la expansión del VIH-SIDA en África del presidente Bush. Donde era conditio sine quae non promover el retraso en la iniciación sexual, la abstinencia y
la fidelidad como principales políticas de prevención. A cualquier persona le extrañaría la coincidencia que se da entre dos regimenes históricamente enfrentados y que ha dotado al imaginario de las izquierdas de sus páginas más épicas. Y a muchos nos da que pensar sobre los verdaderos valores éticos de la llamada Revolución.
No se trata de volver a recordar el trato que dio la revolución cubana a los gays, con el beneplácito de la comunidad comunista/izquierdista internacional, ni de volver a debatir sobre el respeto a los derechos humanos….Se debe tratar de exigir desde ya que las políticas sexuales y del cuerpo estén presentes en las agendas de los programas y partidos llamados progresistas y populares que están llegando al poder en diferentes regiones de América Latina.
En Venezuela parece haber reticencias a implementar políticas que liberalicen la práctica del aborto, que parecen estar apoyadas en alianzas con la Iglesia Católica.
En Nicaragua, el presidente Ortega, se encarga de difamar, como un montaje de la CIA, a las mujeres que siguen peleando para que se le juzgue por los abusos sexuales y violación que hizo a su hija.
En las nuevas constituciones de carácter indígena, con bastante tufillo religioso de una u otra creencia, no parece que hay mucho lugar a los cuerpos disidentes, a su desarrollo y expansión. Si bien existen honrosas excepciones, el caso de Chiapas, no son estas precisamente las que se puedan caracterizar por su éxito, ni por sus apoyos.
Y es que maricones, bolleras, personas trans o que viven con el VIH-SIDA hemos llegado a la izquierda por el estigma, sufrimiento y dolor encarnado en nuestros cuerpos. Cuerpos que parecen no tener lugar en las vísceras de otros…el obrero, el indio, el campesino….
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