martes, 21 de octubre de 2008

LA MARAVILLA DE SER LAS NUEVAS PUTAS BRUJAS: POLIAMOR Y FEMINISMO.

El cuerpo no reclama caricias.Se acomoda en la fuente interior.Las ciudades, los parques, las avenidas sombreadas del recuerdoo la imaginación.Por allá alguien toca una música melancólica,alborotando el placer de viejos estremecimientos.La presencia del corazón, los pulmones, el hígado, las piernasprocura una cierta mansa felicidad.¡Cuantos años para esto!Cuánto tiempo buscandolo que estaba tan cerca.Gioconda Bellí
El poliamor es un neologismo construido como discurso a principios de los años noventas, pero el amar como una propuesta colectiva, consensuada, honesta, libre de las ataduras impuestas, y que mira con recelo otras auto ataduras, es un constructo que ya desde hace mucho tiempo se le llama amor libre.

El siglo XIX es una pauta importante para hablar de un movimiento social que busca cuestionar la monogamia como único modo de relacionarse amorosamente, hacer frente a la imposición del matrimonio, contrato que no necesariamente tiene que ver con el amor, pero sí con la propiedad privada, la acumulación de mercancías y la opresión del cuerpo.
Nos atrevemos a establecer que el amor libre es una rebelión contra las instituciones y sus leyes, esas que pretenden coptar hasta el espíritu.La lucha contra las imposiciones, es una tarea que las mujeres han encabezado desde los siglos XVIII y XIX y que se constituye como uno de los pilares que conforman el feminismo. Imposible no recordar los desafíos de una Olimpia De Gouges quien muere en manos de la guillotina de Robespierre exigiendo la abolición del matrimonio y su sustitución por un encuentro entre hombre y mujer en paridad de derechos. ¿Podíamos las mujeres seguir permitiendo ser consideradas como “menores de edad” y que nuestro cuerpo fuese la mercancía al “mejor postor”? La petición de Olimpia y de las mujeres era sencilla, sigue siendo sencilla: Reclama que los derechos del ciudadano de la revolución francesa se extiendan a las ciudadanas, no humanos de segunda clase, sólo humanos con derechos y deberes.
Y que decir de la mujer muerta casi después del parto trayendo al mundo a la escritora de Frankenstein: Maria Wollstonecraft, quien por primera vez, llamaba “privilegio” al poder que siempre habían ejercido los hombres sobre las mujeres de forma «natural», es decir, como si fuera un mandato de la naturaleza. Wollstonecraft es radicalmente moderna puesto que pone el embrión de dos conceptos que el feminismo aún maneja en el siglo XXI: la idea de género ‑lo considerado como «natural» en las mujeres- es en realidad fruto de la represión y el aprendizaje social o como diría años después la poliamorosa Simone de Beauvoir en su máxima obra El segundo sexo: “La mujer no nace, se hace”.
Además abogo por la abolición del matrimonio, considerándolo como un instrumento de aniquilación para las mujeres que nos reduce al papel social y pasivo de madre y esposa, roles que abren paso al sometimiento en muchos de sus niveles.
Los debates que las mujeres iniciaron con fuerza clara y contundente, siendo claves en estos tiempos, están situados por un lado con la vertiente de poder contar con acceso a un control de natalidad, el derecho de los niños fuera del matrimonio, y por otro, a la reivindicació n del derecho al placer de las mujeres fuera de toda institución. La afrenta ha sido, encerrar el cuerpo, atarlo, construirlo desde la pasividad, la resignación.
Cabe destacar que la vida de Wollstonecraft además de ofrecernos importantes reflexiones sobre el feminismo nos coloca en la vivencia cotidiana la posibilidad del amor libre con sus diversos vericuetos, no solo como un postulado teórico, sino como el compromiso de su vida, por ello Virgina Wolf escribió sin duda que, “la vida de Mary Wollstonecraft fue un experimento”.
Los humanos experimentamos y amamos, y se dice que con el amor se encienden y apagan todas las llamas, hasta esas que se desparraman, hasta la raíz de la razón.La imposición heteropatriarcal nos ha negado desde hace siglos, la posibilidad libre de decidir a quien amar, como amar, inventar y recrear las lúdicas formas de conformarse en y con el otro, la otra, los otros.
Los diferentes sistemas y niveles de dominación y poder han situado al humano en el escollo de comprender que libertad, autonomía y colectividad también son ingredientes de la relación amorosa.
¿Quién signo que solo es posible enamorarse de una persona? ¿En realidad cuales son los intereses de la monogamia? ¿Qué hay más allá del velo cómico de las instituciones enarboladas como únicas posibles para el “amor” tales como la familia o el matrimonio? ¿Quién nos enseño a amar? ¿Conocemos desde donde cuando y por qué se ama?Y si a esto sumamos que a las mujeres se les ha negado el derecho de decidir sobre su cuerpo, sus emociones, sus razones, sus creatividades, tenemos un imaginario social que en el siglo XXI comercia con el amor, lo fetichiza y lo vuelve otro instrumento de alineación y reificación.
La memoria es frágil y también sirve para que manipulándola, se escriba la historia; en los libros de texto cuando se escribe aborto, se pretende hacernos leer, muerte; cuando se habla de la resiginificació n de nuestros vínculos eróticos y amorosos, se coloca la etiqueta: “promiscuidad y libertinaje”.
Hoy a una mujer empoderada y clara en la búsqueda de sus modos de amar, coger, sentir, ser, estar, gozar, fluir, se le llama PUTA.No somos Emma Goldman o Anais Nin, no me siento Wollstonecraft, ni Mary Shelley, fueron muy lucidas Flora Tristán o Simone de Beauvoir, pero no, no soy ellas, soy lesbiana Lourdes o Maria o sexo servidora, soy Lucia o campesina, me llaman Lola o estudiante, hoy me puse Lupita o ama de casa, trabajadora domestica o dentista, indígena o transexual; pero todas ellas son como yo: mujeres, poliamorosas, y abiertas a la vida, locas y desafiantes, putas que recuperamos nuestro cuerpo y nuestro amor. No lo victimizamos, ni le ponemos “moño rosa”, no es un paquete o regalo, somos nosotras, las nuevas brujas libres.Continuará…

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